jueves, 14 de mayo de 2009

FERNANDO LUGO: Escándalos sexuales del vaticano

FERNANDO LUGO: Escándalos sexuales del vaticano



En el mundo, el clero de la Iglesia Católica está formado por 1.600.000 seminaristas, sacerdotes y monjas, repartidos en 220.000 parroquias. De este contingente, según un cálculo aproximado, más de 400.000 personas son homosexuales y lesbianas, incluyendo también a transexuales que actualmente están siendo expulsados del servicio religioso por una orden secreta de Joseph Ratzinger cuando estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El documento secreto distribuido a los cardenales durante la elección de Benedicto XVI se refiere a esta situación como un problema lacerante, pues tal cantidad de personas provoca que la homosexualidad y el lesbianismo sean en la actualidad una tendencia en expansión dotada de una dinámica propia de retroalimentación desde el mismo momento de la vocación del clero, promovida en la intimidad de los seminarios y conventos, y practicada bajo secreto tras la ordenación.



El clero no sólo no es ajeno a las prácticas sexuales normales de la humanidad, sino que además paradójicamente su extrema división y discriminación sexual, al agrupar por separado a hombres y mujeres y generar solidaridades de grupo extraordinariamente emocionales e íntimas, ha hecho atractiva la vida religiosa para homosexuales, transexuales y lesbianas, preferencia reforzada por la estigmatización de estas opciones en una sociedad predominantemente heterosexual, homófoba y patriarcal. Para estas personas, el seminario y el convento, la vida de recogimiento interior y servicio desinteresado al que sufre, es una alternativa a la alienación de este colectivo en nuestra sociedad, a la vez que una oportunidad de preservar su práctica sexual del escrutinio público tras los votos de celibato y castidad, relacionándose dentro de un grupo que comparte el mismo estigma, las mismas inclinaciones y los mismos secretos.



¿Alguien quiere confesarse en secreto con un curita "mano larga"?... ¡Yo, Sor María de las Mercedes!

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