En el Paraguay del obispo Fernando Lugo las ONGs se han convertido en la plataforma política indispensable para ingresar al ruedo.
Las ONGs han sido la plataforma política tanto del obispo Fernando Lugo como de su hermano Pompeyo, hecho que explica la frenética regularización de más organizaciones por el actual gobierno del Paraguay. La Fundación Petrus, presidida por Pompeyo Lugo, hermano del clérigo-presidente Fernando Lugo, se ha constituido en recaudadora y promotora de la candidatura del hermano del obispo en la política paraguaya. El actual presidente del Paraguay, precisamente, llegó a la primera magistratura del país en ancas de la intervención del embajador norteamericano James Cason, quien regó con fuertes sumas en dólares a ONGs que financiaban movimientos como Tekojoja y P-mas, que utilizaban como mamparas a estas organizaciones para financiar su activismo político.
Los fines y objetivos que proclama la ONG de la familia Lugo-Méndez, que según el Registro Nacional de Entidades de Bien Social Sin Fines de Lucro, se refieren al área de la capacitación en el área agrícola. Sin embargo, se han dedicado a financiar la promoción política familiar, apoyados por familiares vinculados a directivos de USAID, que residen en Estados Unidos.
El mismo tío del obispo, el político Epifanio Méndez Fleitas, se constituyó en operativo de la CIA norteamericana, según publicó el agente de la CIA arrepentido Phillip Agee, autor de “Inside The Company”.
El abogado Juan Carlos Cabezudo afirmó que Pompeyo Lugo está utilizando a su fundación para promocionarse para la presidencia del Partido Colorado, algo que está prohibido por la ley. Lo más grave es que está utilizando a su hermano, el Presidente, para promocionarse políticamente, recaudar fondos y traficar influencias.
La CIA utiliza para financiar sus redes globales no gubernamentales un gran plantel de fundaciones, algunas ficticias, otras reales. También hay un gran número de organizaciones que reciben fondos de la CIA: revistas académicas de renombre, sindicatos y think tanks políticos, por supuesto que todas dedicadas a la difusión de las ideas que Washington considera oportunas. Estos beneficiarios de una supuesta asistencia en metálico en realidad son parte de una estrategia del imperio, que no se caracteriza por dar puntada sin hilo precisamente.
Estados Unidos elaboró desde el final de la guerra fría una nueva doctrina de golpes de Estado soft mediante la utilización de técnicas no violentas. Inspirándose en la eficacia de las luchas políticas que desarrolló en la India Mohandas K. Gandhi, la no violencia activa, Washington trata desde hace poco más de una década de derrocar los gobiernos que no le gustan mediante un dispositivo que le garantice el apoyo de la opinión pública internacional. Para logar estos fines por medio de la nueva doctrina, las organizaciones no gubernamentales, tan populares ante los medios de difusión, juegan un papel esencial. Como señala el periodista de Counterpunch Jacob Levich, “las organizaciones no gubernamentales -asociaciones teóricamente independientes y con la reputación de humanitarias, conocidas bajo de la denominación de ONG- están ya abiertamente incorporadas a la estrategia de conjunto de Washington para consolidar su supremacía global”.
Conocidas herramientas de desmovilización, figuras como James Petras han advertido sobre el papel que algunas ONGs desempeñan como brazos del poder internacional en la fractura de luchas populares reivindicativas. Según él, para combatir verdaderamente las fuentes de las desigualdades y la pobreza, estas organizaciones deberían actuar al amparo de los movimientos sociales.
Aun cuando las ONG han criticado violaciones a los derechos humanos, rara vez denuncian a sus benefactores en Europa y Estados Unidos. A medida que aumentó la oposición al neoliberalismo, el Banco Mundial (BM) incrementó los donativos destinados a las ONGs. Repitiendo lo que señala Petras, no se puede dudar que las ONGs se han convertido en empresarios de la pobreza, ya que no son elegidos por las comunidades donde supuestamente trabajan y utilizan a los pobres como fuente para conseguir financiamiento de los visitantes de países ricos. Eso se debe a que muchos integrantes de las ONG son ex comunistas, ex socialistas y ex dirigentes populares, que sufrían con el pueblo y que estaban sometidos por las asambleas. Ahora, sin embargo, son jefes, les gusta tener secretarias, vehículos 4x4, acceso a la tecnología y gozar de los privilegios que antes criticaban. La mayoría de ellos rondan los 30, 40 años, tienen hijos en la escuela pública y sus parejas están cansadas de soportarlos en el activismo político… Para el
los, someterse a los intereses de los donantes, les abrirá la puerta a lo que desean: colegios privados para los hijos, comer fuera tres veces por semana y pagarle a una mucama para que limpie la casa. Sin duda, poder disfrutar de ese nivel de vida actúa como una poderosa fuerza de atracción para quienes han pasado un tiempo en la lucha de clase y se han cansado de esta. Ahora todos estos ex izquierdistas prefieren integrar la clase media y proyectar una imagen progresista.
Estos aprendices de dictador y tiranuelos, corrompidos malversadores de donaciones, hoy pululan por el territorio del Paraguay haciendo de la pobreza una industria, e instrumentando dinero destinado a fines específicos con finalidad de promocionarse políticamente.
Todo el andamiaje de la CIA y sus extensiones y derivados, como USAID, la National Endowment for Democracy y la prensa adicta al imperio, se jugó por el obispo Fernando Lugo el 20 de abril. En Paraguay, llamó la atención que las ONGs recibieran fuertes donaciones a partir de la llegada al país del embajador James Cason, un conocido desestabilizador apadrinado por Otto Reich. El objetivo de la operación encubierta era sufragar la alternancia en el poder, ubicando al obispo Fernando Lugo en la presidencia de Paraguay.
Entre las numerosas organizaciones beneficiarias de estos dólares distribuidos por la administración de George W. Bush que apoyaron a la campaña del obispo, sobresalieron Gestión Local y la Casa de la Juventud, que financiaron con fondos de USAID e IAF a los movimientos Tekojoja y P-mas, como en Nicaragua la NED y otros organismos alternativos de la CIA propiciaron la elección de Violeta Chamorro en 1989.
Las organizaciones no gubernamentales y voluntarias -lo que hoy conocemos por sociedad civil- son conocidas como una extensión de las políticas neoliberales de EEUU en todo el mundo.
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