domingo, 15 de febrero de 2009

Las Drogas Ilícitas en el Entorno del Obispo

LUIS AGÜERO WAGNER- Haced lo que yo digo, pero no lo que yo hago, parece ser el lema del gobierno teocrático y clerofascista del obispo Fernando Lugo, dado que mientras son masacrados campesinos en San Pedro para que él haga meritos ante el imperio, en su entorno abundan las sustancias ilícitas.

El hecho es tan conocido, que hasta podrían darse nombre de los periodistas que trabajan como propagandistas del clérigo-presidente y son consuetudinarios consumidores de las mismas drogas que la policía del gobierno incauta.

Esta madrugada, siguiendo la racha de bochornos del gobierno, fue demorado Daniel Núñez, secretario privado del presidente Fernando Lugo. Este funcionario de la Presidencia circulaba en un lujoso vehículo que no tenía habilitación ni tampoco chapa. Toda la gente del nuevo gobierno, de movilizarse en transporte público, pasó a moverse actualmente en automóviles europeos de lujo y suntuosas todo-terreno, al igual que los familiares del clérigo-presidente.

El allegado al obispo fue retenido en una barrera ordenada por el fiscal Blas Imas. El secretario Daniel Núñez se movilizaba en un lujoso Audi ultimo modelo sin chapa, cuando fue retenido en una barrera.

Otro de los secretarios del obispo, Miguel López Perito, ha ganado notoriedad por las fiestas suntuosas que organiza y su disipada vida familiar.

Un agente de la Policía se acercó al fiscal Blas Imas para informar que la persona que guiaba el vehículo demorado era el secretario privado del presidente Fernando Lugo. Las acutoridades indicaron que el funcionario manejaba un vehículo sin habilitación, sin matrícula y tampoco certificado de nacionalización.

Un buen ejemplo de la forma en que el gobierno combate la ilegalidad en el pais.

COCAÍNA EN EL INNER CIRCLE DEL OBISPO

La mística revolucionaria de los allegados al obispo Fernando Lugo tardó muy poco en disiparse, y entre sus más cercanos colaboradores como Miguel López Perito ya se han hecho habituales las bacanales empolvadas con cocaína de alta pureza. En Paraguay el poder político abre las puertas del paraíso terrenal, pero también deja entrar al narcotráfico y los estupefacientes.
Uno de los cercanos colaboradores del clérigo-presidente Fernando Lugo, Miguel López Perito, amenazó con la cárcel a quien pretenda indagar en el uso del millón de dólares del obispo de los pobres la semana pasada, en tono ensoberbecido y con tal falta de tacto y sobriedad que generó sospechas.
En tanto formulaba estas insólitas amenazas, cobraban estado público sus veleidades amorosas y su disipada vida, los principescos banquetes que ofrece a sus amigos, entre los cuales se cuentan marginales del submundo de las drogas y el narcotráfico.
Ha cobrado estado público que la residencia donde se ha mudado recientemente con una de sus amantes, un lujo que sólo el poder permite comprar, se ha convertido en punto de encuentro de los más conspicuos consumidores de cocaína en el mundillo de la farándula asuncena.

EL PODER Y LAS DROGAS, SIMBIOSIS INELUDIBLE EN LA HISTORIA DEL PARAGUAY

Como es una constante histórica del imperio norteamericano, su propia creación se convirtió enseguida en obsesivo fantasma, y debió considerar a las drogas como una amenaza. En junio de 1971, el presidente Richard Nixon afirmó que si Washington no destruía la amenaza de las drogas, sería destruída por ella y no estaba dispuesto a tolerar esa segunda alternativa. El mismo año fueron arrestados con drogas o identificados como narcotraficantes una buena cantidad de referentes de organizaciones anticomunistas de todo el mundo, en su totalidad financiados por Nixon. Entre estos no faltaban, lógicamente, representantes del negocio en Paraguay. Desde 1965 pasaba por este país Sudamericano un vital tráfico de heroína que cobró notoriedad cuando en Washington se supo quién lo dirigía. Era el antiguo agente de la GESTAPO Lucien Darguelles, alias Auguste Ricord, capo de la Conexión Latina que inspiró el personaje compuesto por el actor Fernando Rey en la celebrada película “Contacto en Francia”. Uno de sus principales protectores era el general Andrés Rodríguez, emparentado con el dictador Stroessner y bautizado por la prensa internacional como “el general de los grifos de oro”. Se cuenta en Paraguay la anécdota de que cuando en una oportunidad el rey Juan Carlos de España visitó su residencia, se sintió impresionado por la fastuosidad y no resistió preguntarle si todas las riquezas a la vista las había adquirido con su sueldo de general. Su protegido Auguste Ricord tenía su residencia y un motel en las afueras de Asunción, camino a Itá Enramada. Al frente lucía una pequeña réplica de la torre Eiffel con el cartel Paris-Nizza en luces de neón, y se conectaba con un pequeño puerto donde atracaban lanchas y una balsa con servicio regular a la costa argentina, a escasos cinco minutos de travesía por una ruta asfaltada. Parte del cargamento llegaba por ese cruce, a veces disimulado en automóviles Citroen usados importados desde Francia a Paraguay, para embarcarse rumbo a Estados Unidos en cargueros aéreos que partían de pistas controladas por jerarcas del régimen militar paraguayo como Rodríguez. El negocio prosperaba sin sobresaltos hasta que el 18 de octubre de 1970 un Cessna monomotor fue detenido con casi cincuenta kilos de heroína pura en el aeropuerto internacional de Miami. El cargamento estaba evaluado en unos diez millones de dólares y los tripulantes eran Roberto Gallucci, alias César Bianchi, y el copiloto Balestra, ambos operadores de la red que dirigía Ricord bajo protección de Rodríguez. El juicio a estos traficantes no había ni siquiera comenzado cuando el 24 de enero de 1971 huyeron de su encierro en Manhattan. Un emisario del general Andrés Rodríguez y empleado de su casa de Cambios, Cecilio Fleitas, los había visitado poco antes y les llevó el dinero para la fuga. El juez John Canella, a cargo del caso, solicitó la extradición de Ricord, quien a pesar de sus influencias fue a parar a la cárcel como privilegiado huésped a la espera que se aquieten las aguas. La situación iría a complicarse cuando el 24 de mayo de 1972 el influyente columnista del Washington Post Jack Anderson denunció la complicidad del régimen paraguayo con el narcotráfico dirigido por Ricord, en una columna reproducida en 600 periódicos de todo el mundo. Anderson acusaba a varios jerarcas paraguayos con nombre y apellido, entre ellos Pastor Coronel, Andrés Rodríguez, Patricio Colmán, Sabino Augusto Montanaro, Francisco Alcibíades Brítez Borges, Leodegar Cabello, Hugo González y Vicente Quiñónez, la mayoría generales y altos funcionarios en servicio activo. Una versión documentada de la nota fue publicada por la famosa revista Selecciones de Readers Digest, pero la edición fue prohibida y confiscada cuando llegó a Paraguay. Puesto entre la espada y la pared, el embajador de Estados Unidos en Paraguay Raymond Ylitalo hizo comentarios que le costarían el puesto. “El ataque sobre los funcionarios del gobierno paraguayo es irresponsable y de brocha gorda” afirmó. Tres meses después fue retirado de misión sin tiempo siquiera para las cortesías protocolares. Como el régimen de Stroessner seguía a pesar del escándalo protegiendo a Ricord y dilatando su extradición, Nixon envió como delegado al funcionario Nelson Gross quien se entrevistó con el dictador para solicitar en nombre de Washington por instrucción directa del presidente la extradición de Ricord. Dejó en claro que de no producirse de inmediato la resolución, el Paraguay dejaría de recibir asistencia económica y militar del imperio norteamericano. Era suficiente argumento para convencer a Stroessner. Inmediatamente se dio instrucciones al presidente de la corte Suprema Juan Félix Morales para que disponga lo que requería el funcionario de Nixon. Pocos días después el Tribunal de Apelaciones revocó el auto interlocutorio de primera instancia y dio vía libre a la extradición. Ricord fue literalmente fletado a Nueva York en un vuelo especial contratado por el gobierno de Estados Unidos. El juez Canella lo estaba esperando con todas las pruebas en la mano para condenarlo a veinte años de cárcel, lo cual considerando la edad del procesado equivalía a cadena perpetua. Por razones humanitarias se lo liberó a los diez años, gravemente enfermo, paralítico y sin habla. Ricord volvió al Paraguay el 10 de marzo de 1983 y fue a recluirse en una vivienda no muy alejada del local donde funcionó su motel Paris Niza. Dos años después falleció. Su hija, Pupi Ricord, sigue viviendo en Asunción en una mansión de un barrio exclusivo y frecuenta la farándula y la alta sociedad. Andrés Rodríguez, el socio principal de Ricord, en 1989 llegó a la presidencia del Paraguay con el respaldo de la embajada norteamericana, y tras recibir honores de jefe de estado por todo el mundo, falleció a mediados de los noventa. En el entierro de sus restos, muchos de los políticos que hoy constituyen el entorno del obispo Fernando Lugo, como el actual presidente del congreso Miguel Abdón Saguier, pronunciaron elogiosos discursos y lo tildaron de patriota y ciudadano ejemplar.

EL NARCOTRÁFICO Y SUS PACTOS CON EL OBISPO

Ningún poder se ejerce en Paraguay sin el aval del narcotráfico, y ello quedó demostrado el 10 de Octubre de 1994 cuando el General Rosa Rodríguez acabó asesinado en las mismas calles de Asunción, como derivación de una operación destinada a infiltrar el cartel de Cali, por parte de la DEA. En base a estas elocuentes lecciones del pasado reciente, el clérigo-presidente Lugo se avino a negociar la conformación de las mesas directivas del Legislativo Paraguayo con un conspicuo traficante de drogas y capo mafioso, el general Lino Oviedo. Aunque hace pocas semanas fue denunciado como golpista, la amenaza se diluyó muy pronto y los representantes del obispo volvieron a los amoríos con el general-traficante. El archicriminal de ayer, hoy es un egregio tribuno de la política y aliado del obispo de los pueblos y de los pobres, Fernando Lugo. La transmutación se dio sobre todo desde que un sector de su Partido, el UNACE, ingresó al Parnaso de los protegidos por el ahijado político de Otto Reich y representante de George W. Bush en Paraguay, mister James Cason. Ya en Septiembre de 1985, en plena guerra fría y bajo la dictadura pro-Washington del general Alfredo Stroessner, un expediente judicial sobre narcotráfico citaba al hoy aliado del obispo Fernando Lugo en el Parlamento, entonces coronel Lino Oviedo:
“…se constató las operaciones de dos avionetas brasileñas con matrículas cubiertas que cargaban electrónicos de contrabando y paquetes de cocaína. Entre los peones cargadores y guardias civiles armados se encontraban dirigiendo las operaciones el señor Fadh Yamil y el militar retirado Lino Oviedo” (informe de juez al presidente de la suprema corte de Justicia, 20 de septiembre de 1985). Un informe de la CPI del Brasil también describe a Oviedo en términos parecidos: “Oviedo es uno de los pilares del tráfico de drogas en América del Sur, jefe del cartel de Paraguay, estrechamente vinculado a Beira Mar” (Aníbal Miranda, la Máxima organización mafiosa, pag. 177).
Un informe de inteligencia rastreado en origen a estación de la CIA en Asunción, datada en Asunción y fechado en junio de 1994 no se queda a la zaga de las anteriores descripciones:
“Oviedo utiliza el Hotel Cecilia como base de operaciones para sus varias actividades fuera de sus funciones como comandante del Ejército, incluyendo espionaje para el Gobierno Alemán. El dueño del Hotel, Gerardo Wagner, austríaco de origen, es un contacto de muchos años del espionaje alemán”.
También vinculaba a Oviedo con la reexportación ilegal realizada por el conocido fascineroso Carlos Barreto Sarubbi, “envuelto en tráfico de drogas con el Cartel de Cali a través de Mohamed Jamil Rassoul, un libanés residente en Ciudad del Este. Rassoul fue detenido recientemente en Brasil con Vicente Rivera Ramos, hijo de uno de los jefes del cartel de Cali. Más de 7.300 kilos de cocaína fue encontrada en una estancia alquilada por Rassoul”. Oviedo fue considerado por mucho tiempo como una amenaza militarista y fascista, además de peligroso criminal y asesino de manifestantes contra el gobierno en episodios de marzo de 1999, por los intelectuales y la prensa paraguaya que hoy guardan un silencio cómplice ante estos pactos entre el clérigo presidente y el narcotraficante neo nazi, quizá influenciados por la embajada norteamericana.
El misterioso silencio ante el reciclaje del general golpista Lino Oviedo entre la intelectualidad paraguaya , en su mayoría alineados en el proyecto del obispo Fernando Lugo, no se condice con las expresiones que escuchábamos una década atrás al referirse a este subproducto de la política exterior norteamericana, que modeló la atrabiliaria mentalidad de los militares latinoamericanos. La posición contra Oviedo se atenuó cuando el militar ingresó al Olimpo de los políticos sufragados por la embajada norteamericana a través de su Partido Unace y se apagó del todo con el reciente viaje del general para entrevistarse con altos funcionarios del departamento de estado, que impulsó a colegas suyos de tan feliz memoria como los generales que dirigieron el genocida Plan Cóndor. Law

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NOTA: Diga lo que diga la falsa izquierda de las ONGs derechistas financiadas por el imperio, la realidad imposible de ocultar es que el obispo Fernando Lugo ganó las elecciones del 20 de abril con notorio respaldo de la embajada norteamericana ocupada por James Cason, y con el apoyo de la prensa vinculada a la Secta Moon. Su plataforma política la constituyeron grupos de activistas vinculados a ONGs derechistas relacionadas con el NED, IAF, USAID, etc., neoliberales como el sector de Luis Alberto Castiglioni y los partidarios del desaparecido dictador Alfredo Stroessner, todos ellos disidentes del partido colorado que presentó una candidatura que no era del agrado de estos grupos de extrema derecha.
Algunos grupos que se autoproclaman izquierdistas alegaron razones de coyuntura para seguir como furgón de cola la candidatura del obispo. La presencia de ellos constituye parte del libreto de la derecha, que los utiliza para fustigar sobre supuesta infiltración marxista en el gabinete del clérigo, aunque en realidad esté constituído en su totalidad por personeros del neoliberalismo y la embajada norteamericana.

IZQUIERDA GESTADA EN LA EMBAJADA NORTEAMERICANA

La totalidad los integrantes del gabinete del obispo Fernando Lugo provienen del sector de las ONGs financiadas por la embajada norteamericana. Se cuentan entre ellos a Gloria Rubín (referente en Paraguay del NED y la CIA), Camilo Soares (beneficiario de fondos de IAF y NED, favorecido del gobierno de George W. Bush) Rafael Filizzola (signatario de acuerdos con Alvaro Uribe a instancias de la ex operadora del plan Colombia Liliana Ayalde), Karina Rodríguez (de la Casa de la Juventud, que recibió 127 mil dólares de la Inter American Foundation), Liz Torres (referente de las logias de ONGs dependientes de la embajada norteamericana), Esperanza Martínez (del movimiento Tekojojá, financiado por USAID, hoy envuelto en escándalo por corrupción), Canciller Hamed Franco (del Pmas, un movimiento financiado por James Cason), el Vice-canciller Jorge Lara Castro (recibe dólares de la embajada a través de la ONG fantasma Alter Vida), Ministro de Defensa General Bareiro Spaini (hombre de la embajada norteamericana, educado en las escuelas de golpistas de Estados Unidos) o el ministro de Hacienda Dionisio Borda, antiguo responsable de las finanzas de los gobiernos corruptos y agente de la embajada norteamericana y del FMI.
Asimismo, Fernando Lugo ha anunciado que se mantendrá la política de sometimiento al imperio nortemericano en Paraguay, y se desconoce lo tratado por Lugo en New York con referentes de la mafia ítalo-norteamericana como John Tonelli, o con el heredero del imperio petrolero que en la década de 1930 llevó a la matanza a cien mil bolivianos y paraguayos, David Rockefeller. Lo único cierto es que ofició de guía turístico en la gran manzana Conrado Pappalardo, un personaje conocido por haber operado para el Plan Cóndor y haber proveído pasaportes para el asesinato en Washington de Orlando Letelier.
Otros cónclaves nunca aclarados por parte del obispo fueron sus reuniones con James Cason y Roger Noriega, pocos segundos después que Aleida Guevara March, hija del Che Guevara, haya abandonado la misma oficina por la misma puerta por la que entraron estos grandes amigos de Cuba y los hermanos Castro.
No se sabe el motivo de las visitas de Christopher McMuller, subsecretario norteamericano de Asuntos del Hemisferio Occidental, al viceministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Jorge Lara Castro, un viejo favorecido de la embajada norteamericana de Asunción.

UNA OPERACION ENCUBIERTA DE LA CIA PERFECTA

Todo el andamiaje de la CIA y sus extensiones y derivados, como USAID, la National Endowment for Democracy y la prensa adicta al imperio, se jugó por el obispo Fernando Lugo el 20 de abril.
En Paraguay, llamó la atención que las ONGs recibieran

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