domingo, 8 de marzo de 2009

Guerra encubierta contra el Pueblo Paraguayo

Aunque apodado como el "obispo de los pobres", Fernando Lugo no dudó en desatar una guerra encubierta contra el pueblo paraguayo.

Se trata del Operativo militar en el rebelde departamento de San Pedro, Paraguay, caracterizado por las grandes movilizaciones de las organizaciones campesinas, hoy está militarizado y convertido virtualmente en un territorio en guerra. Las denuncias de torturas, intento de ejecuciones sumarias y extrajudiciales, amenazas de muerte a dirigentes sociales, persecuciones, etc., llueven en demasia, familias enteras se están desplazando de la zona, aterradas por las persecuciones, convertidas literalmente en refugiados de un nuevo tipo de guerra que no ha sido modificado por el nuevo gobierno de Fernando Lugo. Crédito de la Foto: página digital del diario ultima hora de Paraguay.





Más que nunca la palabra “guerra” me causa rechazo e indignación, genocidio y guerra desde el 2009 han pasado a ser sinónimos. Los fantasmas de Vietnam parecían superados, pero con la ex Yugoslavía se volvieron a presentar y definitivamente se impusieron en el planeta con la criminal invasión de Irak y la matanza brutal de Gaza en el año anteriormente citado.



La llamada “Guerra de Cuarta Generación” se convirtió en la doctrina militar aceptada en la oligarquía de EE.UU., esta doctrina es criminal desde su origen, apoya y soporta los métodos más crueles, las armas más perversar no solo por mutilar y matar seres humanos, sino por mutilar y matar el medio ambiente. Es el todo vale, sobre todo las estrategias y métodos encubiertos, como la formación y entrenamiento de células y carteles de narcotráfico (para financiar operaciones militares ilegales y ocultas, como el “Caso Irán-Contras” paradigmático para la CIA1)



Desde hace años que el Plan Colombia se proyectó a Paraguay, pero fue durante el gobierno de Nicanor Duarte Frutos que se afianzó y profundizó, estableciéndose lazos formales entre la fiscalía de ambos países, además de redes de contactos policiales. Al mismo tiempo y muy coincidentemente, se formaba una torpe y mediocre célula pseudoguerrillera con algunos miembros del partido Patria Libre, entrenados por un agente colombiano que se presentó como miembro de las FARC (no hay que olvidar que las FARC fueron y posiblemente siguen siendo apoyadas por la CIA, como el juicio a Vladimiro Montesinos lo ha desnudado en Perú2) Fue justo durante el gobierno de Nicanor Duarte Frutos que se dió el asesinato de la hija del expresidente paraguayo Raúl Cubas Grau. El lazo “Plan Colombia-Plan Paraguay” incluye, de hecho, entrenamiento antiterrorista y estrategias de combate al narcotráfico; en los hecho ello significa desarrollo de técnicas de tortura, desaparición, persecución política y represión armada letal contra organizaciones sociales y de Derechos Humanos.



A los cinco meses de gobierno de Fernando Lugo, este sistema de represión sigue esencialmente sin modificación alguna. Bajo el “Plan Colombia” es que se profundizó los nexos entre el ejército colombiano, los paramilitares y sus carteles de narcotráfico. Literalmente, la guerra en Colombia es una guerra por el control del mercado de narcóticos más que el choque entre un estado y un grupo de insurgentes. El que denominamos “Plan Paraguay” seguiría los mismos tópicos, el caso más emblemático es el de Enrique “Pirulito” Galeano, quien fuera periodista en la frontera Paraguay-Brasil y que fue exiliado por los narcoparamilitares y por el presunto narcodiputado Magdaleno Silva. A cinco meses, el gobierno de Fernando Lugo, a través de su ministro del interior, no ha modificado nada de esta situación.



De hecho, el “Plan Paraguay” sigue operativo y es actualmente apoyado por el ministro del interior (seguridad) Rafael Filizzola, en nombre de Fernando Lugo. Como ya se expuso implícitamente, la estrategia del “Plan Paraguay” es un calco del “Plan Colombia” a menor escala, se basa en crear problemas antidemocráticos para aplicar soluciones antidemocráticas, como el fantasioso EPP, que no posee ningún elemento organizativo propio de una guerrilla (no tiene mando político, no tiene órgano de comunicaciones ni tiene el apoyo de sector popular alguno de los movimientos paraguayos, es decir, es un elemento totalmente foráneo a la sociedad paraguaya). Así, a medida que avanza el Plan Paraguay, aparecen “mágicamente” células pseudoguerrilleras que no serían más que grupos manipulados por agentes extranjeros narcotraficantes disfrazados de insurgentes de izquierda (la llamada “estrategia bifronte” según Manuel Freytas3) La técnica fundamental y esencial de esta estrategia son los delitos de lesa humanidad, específicamente la tortura, el asesinato y desaparición forzosa. La tortura, en el “Plan Paraguay” no es para conocer los detalles de las operaciones encubiertas, sino para asegurar que los chivos expiatorios no declaren contra los agentes del Plan. Es la metodología clásica de los grupos mafiosos, se te elige para que vayas a la cárcel en nombre de un grupo o asociación inexistentes, pero se te tortura para que aceptes y declares que ese grupo existe y que los agentes que participan del mismo no existen o son otros (más chivos expiatorios)



Obviamente, las técnicas de tortura no necesariamente deben dejar huellas, particularmente me tocó ser en parte el triste testigo de preparación de técnicas de tortura que no dejan rastros físicos, vi como en una comisaría uniformados preparaban trapos y baldes de agua para una sesión de tortura. De hecho más de un policía, en tiempos del gobierno de Nicanor Duarte Frutos, defendió petulantemente la tortura frente a mí; describiéndola con lujo de detalles (golpear con palos en la planta de los pies, no deja moretones, ahogar con bolsas de plástico mientras se golpea con el puño el abdomen, ahogar con trapos húmedos en la cara, etc.) Además, está la otra clase de tortura más común: La tortura psicológica (amenazar con que tus familiares morirán si no declaras como quieren ellos, recrear falsos fusilamentos, ruletas rusas, no dejar dormir, meterte en un calabozo con psicóticos asesinos condenados, etc.) están las que corresponden a los mecanismo represivos semilegales (usar militares para operaciones policiales es de por sí una tortura psicológica, ya que los militares tienen entrenamiento para aplicar fuerza letal, disparan para matar y se entrenan para combatir a muerte, usarlos para controlar a la población civil ante hechos de violencia puntuales es terrorismo de estado según la doctrina y la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos) Las técnicas de tortura del “Plan Paraguay” están detalladamente manualizadas por métodos que no dejan huellas físicas. Esto es lo que Rafael Filizzola defiende a rajatabla, llevando al gobierno de Fernando Lugo hacia una metodología de seguridad suicida: Confiar la seguridad ciudadana en los principales delincuentes del país, los mercenarios de la policía paraguaya (acompañados de militares entrenados matar y luego preguntar)



Las torturas que aplican los policías paraguayos no son para que los supuestos pseudoguerrilleros declaren, sino para que no lo hagan. Porque el narcotráfico y los grupos armados irregulares en Paraguay cuentan con el apoyo de policías corruptos. Estos grupos de narcoparamilitares están avanzando en el plan de desestabilizar al gobierno de Fernando Lugo, para facilitar su derrocamiento. El próximo paso que harán es hacer estallar bombas en escuelas, colegios, universidades, oficinas públicas y hasta iglesias. Antes que detener el “Plan Paraguay”, Rafael Filizzola lo solivienta al negarse a aplicar políticas y metodologías de prevención de la tortura en comisarias y centros de detención, en coordinación con organizaciones de Derechos Humanos.



Ya sea por mediocridad, inoperancia, incapacidad o traición, el ministro del interior (seguridad) Rafael Filizzola, está colaborando con el plan para derrocar al gobierno de Fernando Lugo.

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