LUIS AGÜERO WAGNER- En una de sus poco atinadas intervenciones, el obispo Fernando Lugo tildó de terroristas a los traficantes de soja transgénica, en su mayoría extranjeros que envía sus ganancias a bancos del exterior, que operan en Paraguay con grandes costos para los ecosistemas.
El hecho ha generado una violenta reacción del gremio de estos mercaderes de la muerte al servicio de Monsanto y otras multinacionales filantrópicas, que han respondido con virulentas diatribas buscando ejercer presión psicosocial.
BOOM SOJERO EN PARAGUAY
El boom de la soja coincidió en Paraguay con la masiva venta de tierras que los jerarcas de la dictadura de Stroessner hicieron en Brasil hace ya varias décadas, rematando a extranjeros grandes extensiones de territorio cultivable paraguayo que deberían haberse destinado a la reforma agraria y a proveer de tierra a los campesinos desheredados. Vastas áreas quedaron así en manos de propietarios ausentes por ínfimas partes de su valor, hasta que se decidieron a convertirlos en sojales transgénicos.
El “milagro de la soja” es un subproducto del insaciable apetito norteamericano por más carne y aves de corral, dado que hasta la década de 1920 se desconocía en Estados Unidos. Los ganaderos descubrieron que el poroto amarillento de la soja era una especie de fuente inagotable de proteínas, que duplicaba a la carne, triplicaba a los huevos y superaba once veces a la leche.
Dios había bendecido a Norteamérica, dado que tenía las tierras fértiles propicias y la longitud del día ideal para cultivar soja. Mezclada con maíz en la dietas de vacas, cerdos y aves, la soja molida aceleraba el engorde de animales de forma milagrosa.
La solución al excedente de producción de la agricultura norteamericana, eterno dilema, consistió en que el resto del mundo comiera como lo hacen los estadounidenses, convertir a los millones de asiáticos comedores de arroz en consumidores de trigo era la solución perfecta para los alimentos sobrantes en Estados Unidos. Para exportar la dieta estadounidense, la buena alimentación resultaba siempre la excusa perfecta.
El único trigo que había alimentado siempre a los japoneses era el contenido en los fideos, pero a partir de 1946 el general Douglas MacArthur ordenó convertirlo en panificados para alimentar a escolares y civiles. Los pollos se exportaron a Alemania con tanto éxito que los alemanes se volvieron adictos a los pollos, y pronto comenzaron a desarrollar su propia industria de pollos barrilleros. A comienzos de la década de 1960 el cambio dietético teutón derivó en la “guerra de las gallinas”, dado que Estados Unidos protestó por el proteccionismo alemán para su industria de pollos. Los norteamericanos perdieron la batalla pero ganaron la guerra, dado que su maíz se utilizó desde entonces para alimentar a los pollos alemanes.
En Taiwán, el presidente Chiang Kai Shek prestó su colaboración a los estadounidenses ordenando a sus propagandistas que anunciaran a través de la publicidad oficial que comer trigo era patriótico. Un admirador sudamericano de Chiang que hasta confirió su nombre a importantes avenidas, el dictador neo nazi Alfredo Stroessner, incluso permitió a los norteamericanos rediseñar las universidades paraguayas de tal suerte a que enseñaran lo que le viniera en gana al imperio.
Poco tardaron los “expertos” asignados a la tarea en convertir a ingenieros agrónomos y a profesionales médicos paraguayos en agentes de venta de Monsanto, Cargill, Continental o los grandes laboratorios de la industria farmacéutica.
Con un enfoque benévolo a los intereses de la embajada norteamericana y excesivamente reduccionista, la prensa paraguaya intenta convencer a la población de que su espíritu nacionalista debe concentrarse en temas como las represas hidroeléctricas que comparte con Argentina y Brasil, aunque en realidad éstos países sólo hayan sido en los últimos doscientos años los gerentes en la región del imperio de turno.
El imperio británico fue quien instrumentó a los gobiernos de Buenos Aires y Rio de Janeiro para devastar al Paraguay en la segunda mitad del siglo XIX, de acuerdo a las mismas confesiones del general en Jefe de la Triple Alianza Bartolomé Mitre. En las primeras décadas del siglo XX Brasil (área de experimentos industriales para el Pentágono) desplazó los intereses anglo-argentinos en beneficio de los norteamericanos, a los cuales siempre resultaron funcionales Paraguay y Uruguay (creación de Lord Ponsoby y la diplomacia británica) en su calidad de estados tapones.
Los cronistas del Tercer Reich nos recuerdan que al instalarse Hitler en el poder, fue extraído de los polvorientos archivos el mapa del ideólogo pangermanista Otto Richard Tannenberg, a quien durante la primera guerra mundial el político y escritor André Chéradame había denunciado.
Sobre la base de ese documento, Berlín elaboró durante la Segunda Guerra Mundial unas cuantas variantes para la conquista de América Latina. En una de ellas, denominada 'Alemania Antártica', se planeaba crear un protectorado títere, que incluyera territorios de Brasil (Santa Catarina, Río Grande do Sul, Paraná, Mato Groso), de Argentina (Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires), de Paraguay y la parte oriental de Bolivia.
Un territorio parecido hoy abarca el “Soya Land” que el imperio norteamericano y Monsanto han trazado como destino ineludible para el Cono Sur.
LOS DEFOLIANTES AL SERVICIO DEL IMPERIALISMO EN VIETNAM
Hoy en grandes extensiones del Paraguay la población campesina vive una pesadilla que nada tiene que envidiar a Vietnam, primer teatro de utilización de los defoliantes, que hoy ligeramente atenuados se utilizan supuestamente para "controlar malezas".
Y como sabemos, “Vietnam nunca desaparece. Hay personas que lo critican o lo califican como nuestro mejor momento. Todo el mundo en este país siempre va a tratar de usarlo por motivos partidistas y dominarla. Es la segunda guerra civil de EUA. Es, en realidad, nosotros contra nosotros”.
Así define a la guerra de Vietnam el escritor estadounidense David Halberstam, quien obtuvo el premio Pulitzer en 1964 por la cobertura periodística de la conflagración.
El célebre cineasta Francis Ford Coppola presentó en su consagrada película “Apocalipsis ya” visiones oníricas de una guerra que padecía de locura homicida, en una surrealista y alucinante visión de las alucinaciones estadounidenses del poder. En las torcidas bravuconadas y la zambullida en la megalomanía, en la chocante masacre de los campesinos en el sampán y en la carnicería desatada se observan las consecuencias de una política imperialista sangrientamente enloquecida.
La imagen de la niña vietnamita Phan Thi Kin Phuc, de nueve años, quemada por el NAPALM conmocionaba al mundo entero. La fotografía había recibido un premio Pulitzer en EUA, como si las conciencias genocidas hubiesen sido mordidas por los ácidos de la culpa.
En 1968, el almirante Elmo R. Zumwalt ordenó rociar la selva vietnamita con herbicidas para acabar con los escondites del Vietcong. Hasta 1970 cientos de B-52 norteamericanos sobrevolaron los cielos de Vietnam descargando en su exuberante jungla unos 72 millones de litros de defoliantes. El 15 por ciento de las selvas del país fue fumigado con los llamados agentes naranja, azul y blanco, que contenían dos poderosos herbicidas, las dioxinas 2,4-D y 2,4,5-T. Se vertieron unos 180 kilogramos, cantidad suficiente para defoliar grandes territorios en pocos días. Y, según se comprobó, para provocar taras congénitas, malformaciones y extrañas clases de cáncer, como la enfermedad de Hodgkin. Sus efectos, según expertos en dioxinas, seguirán afectando a varias generaciones.
Dos millones de hectáreas de selva tropical fueron destruídas y otros tantos de suelo fértil, inutilizados. En 1945, cuando empezó una guerra que no acabó hasta 1975, la selva cubría la mitad del territorio vietnamita. Hoy, apenas alcanza la quinta parte. Guerra, deforestación y miseria se combinaron en el mayor ecocidio de la historia, precipitado por un imperio terrorista.
El agente naranja arrojado sobre Vietnam era un defoliante, común en EUA, con cantidades mínimas de dioxina en su composición. El usado en Vietnam entre 1968 y 1970 tenía una mayor concentración de esta sustancia. En 1989 un estudio fechado en Hanoi reveló que el 6 por ciento de los escolares de la zona fumigada durante la guerra padecía malformaciones y la leche materna contenía altas concentraciones de dioxina. El área cercana a Ciudad Ho Chi Minh, antigua Saigón, es la más contaminada del mundo por culpa de este agente tóxico.
El ejército norteamericano utilizaba el llamado “agente blanco” para destruir arrozales y negar alimento a los vietnamitas, mientras el “agente naranja” chamuscaba la selva tropical.
El agente naranja fue posteriormente comercializado bajo las marcas de “Tordon”, U-46, Busch Killer, etcétera, e incluso Bayer lo produjo bajo las denominaciones de “Tributon – D”, Tributon –E 60% y otros. Posteriormente al estudio Hatfield, uno de los más completos realizados hasta la fecha sobre el agente naranja, se hallaron altos niveles de dioxina en peces y tejidos animales en vastas áreas de Vietnam, además de determinarse contaminado por dioxina de agente naranja un criadero de peces cercano a una antigua base aérea estadounidense.
Hoy se conoce que el “agente naranja” contiene entre sus impurezas a la llamada “sustancia X” o 2,3,7,8 Tetra-cloro-dibenzo-para-dioxina, el más letal veneno que el hombre ha sido capaz de sintetizar.
Los excombatientes de Vietnam que se expusieron al agente naranja también sufrieron graves consecuencias en su salud, entre ellos tipos raros de cáncer, enfermedades de la piel, esclerosis múltiple, defectos congénitos en sus hijos y alteraciones psíquicas. En vista de esto, iniciaron acciones judiciales contra las empresas fabricantes como Monsanto y Dow Chemical.
Cuando los veteranos entablaron en 1984 su primera demanda colectiva en New York, el juez se basó en supuestas evidencias presentadas por Monsanto para negar el juicio a los demandantes, pero en 1990 un funcionario de EPA acusó a Monsanto de falsificar pruebas y le inició un juicio penal. En una nueva demanda colectiva, aunque la acción se entabló en Texas, la Corte Federal transfirió nuevamente el caso al juez original, una medida inusual en obvio favor de los acusados. En abril de 1992, el mismo juez de New York volvió a rechazar la demanda.
Aunque el gobierno de EUA propició hace pocos años una nueva investigación sobre los efectos del agente naranja en veteranos de Vietnam, el periódico “San Diego Tribune” anticipó que los estudios no serán válidos porque algunos informes han sido retenidos y otros alterados. A esto se le suma el hecho que se ignoró la recomendación de la Academia Nacional de Ciencias según la cual el estudio debía ser realizado por científicos ajenos a las Fuerzas Armadas, y se ha denunciado interferencia manifiesta de altos oficiales de la Fuerza Aérea.
MATANDO PAREJO CON GAS NEUROTOXICO
El 7 de junio de 1998 el programa de noticias Newstand (CNN-TIME) sacó a luz un reportaje sobre el operativo militar Tailwind, una incursión de EUA en Laos durante la guerra de Vietnam; y documentó el uso del gas neurotóxico sarín contra una aldea.
El gas se empleo contra civiles, desertores del ejército y combatientes vietnamitas y laosianos. No fue un caso aislado: se empleó más de 20 veces durante el conflicto.
El ex – almirante Thomas Moorer, quien fuera Jefe de Operaciones de la Marina en Vietnam, confirmó que el operativo Tailwind contó con el aval del alto mando y que durante la guerra se empleó además un arma secreta, la bomba de dispersión CBU-15, que riega gas neurotóxico. Todo esto fue propuesto por la CIA y contó con la aprobación del comité de seguridad nacional de Richard Nixon, dirigido por Henry Kissinger. Según Moorer era prioridad eliminar a los desertores, lo cual fue ratificado por el secretario de defensa durante esos años, Melvin Laird.
Fue particularmente dramática la utilización de terribles armas químicas contra una aldea cercana al pueblo laosiano de Chavan, a unos 100 kilómetros de la frontera con Vietnam, en un operativo para aniquilar desertores en septiembre de 1970. Para ello se utilizó a un “equipo de aniquilación” que llegó desde Dak To (Vietnam) el día 11, con 16 boinas verdes y 140 mercenarios montagnard. Atacaron el 14 y según el teniente Van Buskirk, que dirigía el grupo, “Recibí órdenes de matar parejo a todo ser vivo; si respiraba, orinaba o cagaba, había que matarlo”. Las ordenes se cumplieron sin deliberar.
“Iban por la aldea, tirando granadas en cada casita y acribillando a todos.”(...)
Van Buskirk cuenta que vió a dos hombres blancos. Le pareció que eran desertores , tenían pelo largo y unos 20 y tantos años. Uno gritó “¡Ocúltense!”. Después se metieron al túnel, de esos que las fuerzas de liberación construían como refugio a prueba de bombas. Van Buskirk echó una granada de fósforo blanco en el túnel. “Se sobreentendía- testimonió Van Buskirk- que si uno estaba convencido sin lugar a dudas que había detectado a un desertor, debía matarlo de plano...No era cuestión de capturarlo, había que matarlo.”
Esa incursión en Laos, ocultada por 28 años, fue un crimen de guerra. Parte de un genocidio fríamente calculado, igual que otras masacres de pueblos enteros como My Lai en Vietnam. No sólo se violó el Protocolo de Ginebra que Nixon acababa de firmar, también se perpetró un operativo secreto contra un país neutral, como parte de una amplia guerra secreta de las fuerzas especiales y la CIA.
ARMAS PROHIBIDAS USADAS POR EUA EN INDOCHINA, QUE HOY SE ENCUENTRAN EN LOS COMPONENTES DE LOS AGROTOXICOS
1) HERBICIDAS, DEFOLIANTES O AMBOS
I- AGENTE AZUL (P h y tar 560 gr.): ácido cacodílico (3,9 %); cacodilato sódico (22,6%); materiales inertes (cloruro de sodio, cloruro de calcio, sulfato de calcio); surfactante; esterilizador.
II- AGENTE BLANCO (Torden 101) = Ingredientes activos (25%): Picloran, sal potásica del ácido 4 amino – 3,5,6 –tricloropicolínico, 20%; Tri-isopropanolamina del 2,4 –diclorofenoxiacético, 80%. Disolvente: queroseno. Otros ingredientes: surfactante.
III- AGENTE NARANJA: éter N-Butílico del ácido 2,4, diclorofenoxiacético (2,4-D), 50%; éter N-butílico del ácido 2,4,5-triclorofenoxiacético (2,4,5-T), 50 %. Solvente: queroseno.
IV- AGENTE PÚRPURA: Éter N-butílico del 2,4-D, 50 %; éter n-butílico del 2,4,5-T, 30 %, éter isobutílico del 2,4,5-T, 20 %.
V- 2,4-DNP, 2,4-Dinitrofenol.
VI- Cianamida cálcica.
VII- Arsénico blanco: trióxido de arsénico.
VIII- Arsenitos de sodio: ortoarsenito monosódico, ortoarsenito disódico, ortoarsenito trisódico.
IX- Meta arsenito de calcio
X- Meta arsenito cúprico
XI- Ortoarsenito disódico.
2) ESTERILIZADORES DEL SUELO
I-Bromacilo: 3-bromo-3sec-butil-6metil-uracilo
II- CMU: N-(4 clorofenil)N,N-dimetil urea
III-DNC: 4,6 dinitro-ortocresol.
3) GASES TOXICOS
I- CS: ortoclorobenciliden-malono dinitrilo, 40 %, más productos fumígenos, 60 %.
II- CS-1: Ortoclorobenciliden-malonodinitrilo, 95 %, más silicagel, 5 %.
III- CS-2: CS-1 más silicona.
IV- DM o Adamsita: difenilaminocloroasina.
V- CN: cloroacetofenona.
4) AGENTES INCAPACITANTES
I- BZ: ésteres del 3-quinoclidinol.
II- DITRAN: cloruro de fenilciclopentil glicolato de M.- etilpiperidilo.
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